En Semana Santa estuve con un amigo en la Sierra Norte de Sevilla. Un día estuvimos de excursión en una zona llamada El Martinete. A mi amigo le apeteció darse un baño en una poza umbría de agua transparente en la que caía una cascada blanca, con un estruendo de bosque roto. Yo le estuve haciendo fotos mientras él disfrutaba metiendo la cabeza en la cascada y deslizándose por el agua helada como un niño-pez, despreocupado y feliz.Cuando bajé las fotos al ordenador, en una me encontré con una figura sumergida a pocos centímetros de los pies de mi amigo, que se alejaba nadando. Ampliándola un poquito vi que parecía un frailecillo suspendido en el agua, o tal vez duende. La imagen en cualquier caso es sugerente y perturbadora.
Por eso y otras muchas cosas, querida Asia, decía yo que no somos buscadores, sino encontradores. Yo, desde luego, soy una encontradora. Con las puertas abiertas.
